Estar motivado es el motor que nos ayuda a emprender, continuar y lograr nuestros objetivos; sobre todo a la hora de estudiar. Es verdad que tener un profesor empático, con buena metodología y organizado es clave, pero siendo sinceros no hay una “fórmula mágica”, nadie te dará mejores razones para superarte que tú mismo.
Muchos factores intervienen cuando se habla de la motivación de un estudiante; por ejemplo el interés en la materia, la percepción de que le va a ser útil, el humor con que se encuentre el alumno, etc…No todos los estudiantes ingresan a clases motivados de igual manera, lo que sí queda claro es que aquellos que lo estén serán más receptivos, aprenderán más y estarán preparados para aplicar correctamente lo aprendido sobre su profesión.
A continuación te presentamos una serie de consejos que harán que una sesión de estudios sea más llevadera:
Establecer metas pequeñas
El establecimiento de metas “pequeñas”, más breves en cuánto a lo que tome su realización, ayudará en aquellos momentos donde las materias de estudio o trabajos sean de gran volumen. En lo emocional, sentirse realizado nos predispone a continuar el camino.
Hacer primero lo más difícil
A veces pareciera que lo más efectivo es resolver lo más simple primero, sin embargo cuando recién estamos empezando a estudiar es cuando tenemos más energía, capacidad resolutiva e investigamos diferentes caminos hacia una respuesta.
Si dejamos lo más difícil para el final es muy probable que no nos queden ganas , ni fuerzas y, por ende, percibamos las tareas o estudios como mucho más complicados de lo que realmente son.
Planificar la sesión de estudio
Cuando vayas a estudiar, prioriza la materia que más difícil te parezca y haz un horario para que tengas en cuenta el tiempo que le vas a dedicar. Limitar el tiempo te ayudará a saber cuánto puedes resolver por hora, sin desperdiciar el tiempo y de manera ordenada.
Descansar de vez en cuando
Hacer las cosas con fatiga es lo peor. Debemos reconocer que necesitamos un tiempo para dormir y si dejas las tareas cuando ya no puedas más, será muy difícil retomarlo. Cuando vuelvas, seguramente, ya no querrás ni mirar tus apuntes.
Lo ideal es tomar pequeños descansos de 10-15 minutos cuando notemos síntomas de cansancio. De esta forma, estarás mucho más despejado y con más energía para volver a trabajar.
Premiarse
Si crees que has hecho bien o que el trabajo ha sido productivo permítete alguna recompensa que te motive. Para poder hacerlo te recomendamos establecer tu meta y la proporción del reto. Vale aclarar que no sólo hablamos de lo material, las auto-afirmaciones también son pequeñas recompensas que podemos ir dándonos mientras estamos trabajando.
* Si crees que no has rendido lo suficiente no te premies, perderá el sentido cuando realmente lo hagas.
No procrastinar
La procrastinación es dejar aquello que no nos apetece hacer para otro momento, sustituyéndolo por algo más ligero que nos guste más. Aunque esto suene bien, a la larga acabarás postergándolo sin un verdadero motivo, así que lo mejor es culminar los pendientes a penas tengamos energía.
Aunque las rutinas sean agotadoras, no es malo experimentar un mínimo nivel de estrés, de hecho, nos ayuda a mantenernos activos y atentos a lo que estemos haciendo.
A veces hay que destruir los pensamientos negativos, para tener más claro a lo que nos llevarán los estudios o actividades académicas. Poner esto por escrito, sobre un lugar visible te ayudará a recordar por qué y para qué te esfuerzas. Todo esto potenciará tu motivación y te ayudará a encontrar una razón para continuar.